Carnicería punk: es un centro cultural independiente, una carnicería de barrio inserta dentro de unos block social en pleno Santiago centro, que ha sido intervenida sin modificar su estética de carnicería, para realizar los talleres literarios, presentación, lanzamientos de libros, lecturas poéticas, etc.

Editorial Moda y Pueblo: somos una editorial independiente, trabajamos a partir de la fotocopia y corchetera; ediciones limitadas y enumeradas que buscan ser vendidas a bajo precio y rescatar el concepto estético de fetiche del libro por medio de diseños de libros objetos, es decir reivindicar desde la cita comercial, al libro como un objeto único de arte, inclasificable e inencontrable.

sábado, 9 de octubre de 2010

pequeña intervencion del sabado/



a partir de Bataille y su ojo de gato .-

Los bichos solo habitan las ruinas / por : Alejandro Fuentes


Nos echaron del parque y tuvimos que correr tan deprisa que nos perdimos el rastro, en la pared un afiche comienza a despegarse de la esquina, debo borrar tu nombre de tantos lugares, la mano que tira hacia adelante delicada, subiendo por los pies un bicho sin colores, otra mano que tira hacia atrás, bestia, yo no se si tengo que transar, comenzar a vivir la estación que ignora, se me va la voz, el flyer va cayéndose, un choque de hombros, un ajuste de cuentas, a mi espalda ruidos, no se si estoy sintiendo demasiado, si es el respiro tuyo en otra boca, dos bichos suben por mi pierna, y de a poco el flyer se afirma solo de la cintura, tambalea por el viento, y atrás colores brillantes asomándose, la peor lección nunca nos llego a tiempo, mis pies pisan hacia los lados buscando los tuyos, las espaldas de las personas se encurvan, pero la tuya, y la mano me tira hacia atrás, hacia el vano intento de tu imagen cigarro tras cigarro, y la palabra precisa, la peor lección que la fuga nos habita, quiero decirte que he perdido la voz, ¿tu garganta seguirá enferma?, ¿ acaso me besaste o fue la fantasía de la luz apagada?, no puedo quedarme tranquilo, vamos deprisa como para caernos, y el letrero se cae a pedazos, atrás una fiesta nace, ocurrió hace algunos días, me pregunto si estuvimos ahí, si fue mientras bailábamos, o cuando, pero no quiero seguir preguntando,
acaso después de estos espejos que se desploman, ¿tu rostro seguirá igual?, por encima de la dirección 4 bichos, no te entregue el regalo de cumpleaños, disculpa, aun esta escondido en una bolsa de genero si quieres venir a buscarlo, son semillas de un árbol de limón, y una pequeña sorpresa, que espera su día, tanta disculpa latente, tanta culpa, la mano delicada se mueve, avanzo o me quedo, tu boca con otros labios, extraños, ¿besaras igual mañana?, estar en esto es tan triste, me tapo la cara, y me limpio con un papel, apareces ruido, yo quisiera ser como una autopista, no tener gestos cuando atropellan a un perro, no saludar ni despedir de la gente que va y viene, no extrañar la carrera, ni necesitarla, inmóvil, no preguntarme si las ropas quedan marcadas por la figura que las llevo, y el afiche colgando de una punta, el de atrás comenzando a desprenderse, y atrás otro y atrás otro, las paredes de esas grandes construcciones, un monto de momentos que pasan, y las calles una gran piel que se expande, y salen bichos por todas partes, y el primer flyer, la primera capa de esto pidiéndome que la arranque, debo borrar tu nombre de tantos lugares, y los bichos saliendo tan rápido, y las manos que me tiran hacia adelante y hacia atrás, casualidad de encontrarnos que me arranca la ternura, el cartel por el suelo, un corazón papel arrugado de pie en pie, ¿donde queda todo esto?, ¿que fue?, todos saben que los bichos solo habitan las ruinas, yo solo sirvo para reírme, ruinas sobre ruinas, risa tras risa, otro cartel se nos viene abajo, ¿y que?, daré un paso y comenzara de nuevo.

viernes, 1 de octubre de 2010

En mi casa / por: Constanza Marchant


En mi casa se cose a mano.

En mi casa no hay maquina de coser,
no hay maquina de escribir.

En mi casa conviven dos zurdos,
un manco,
ningún diestro.

En mi casa los colores se intercambian,
se vuelven chillones si les soplas despacito en la nuca.

En mi casa hay un dios tuerto
que me ojea las rodillas.

En mi casa nadie llora,
sollozan.

Les hilvanan las pupilas con hilos angostos.

En mi casa,
talvez.

En mi casa los búhos se hincan.

En mi casa no existen las señoritas.

En mi casa no existen los caballeros.

Existe una memoria transgénica
con un ají rocoto cruzándoles el pescuezo.

En mi casa se anda en calzones.

Se les bordan jirafas de cuellos cortos,
iniciales lamiendo el encaje.

En mi casa los tobillos están sujetos al balcón.

En mi casa el padre no ama a la madre.

En mi casa no habrá nietos
ni jardines con espinas crónicas.

En mi casa habrá un pasillo estrecho donde no cabrán sus muslos.

En mi casa,
sí.
En mi casa,
no.

En mi casa,
su casa.
Rezamos antes de comernos la lengua.